En una entrada del Wall Street Journal que vi hace un tiempo, versaba: “los estudios muestran que habrá riesgo de fallo de miocardio siguiendo una dieta alta en grasa, sin importar cuánto corras”. No podríamos estar más de acuerdo con esta afirmación. No lo decimos nosotros, sino todos los estudios que se han llevado a cabo al respecto. Es de locos pensar que ingiriendo comidas repletas de grasas trans nuestro cuerpo seguirá reduciendo su volumen y cantidad de grasas porque corramos más que el mismísimo Forrest Gump.
Ser un corredor experimentado o habitual no te da un pase gratuito para vivir de manera insalubre fuera de las carreras. Mientras sigas siendo una persona físicamente activa, el riesgo de enfermedad cardíaca seguirá existiendo. Los estudios han mostrado que no hay grandes diferencias en cuanto al riesgo aterosclerótico entre grupos de personas atletas y otras menos activas. La aterosclerosis es un endurecimiento de las arterias debido a la acumulación de grasas, colesterol y otras sustancias.
Así que (tras aplicarte lo que debes comer antes de salir a correr), aunque estés quemando cientos de calorías durante tus salidas, es necesario prestar mucha atención a tu dieta para reducir el riesgo de padecer, en algún momento de tu vida, del corazón. El Instituto Nacional del Corazón, los Pilmones y la Sangre recomienda llevar a cabo una dieta baja en grasas saturadas y trans, sal y azúcar, y alta en ácidos grasos Omega-3 y fibra.