“Es el destino que ya me hizo así”, “a esta altura de mi vida ya no voy a cambiar”… ¿Ha escuchado estas frases? ¿Las ha dicho? ¿Las menciona aún? Si bien el pasado ya se marchó, recuerde que hay un presente y un futuro que aún sigue siendo… ¡nuestro!
“Lo importante no es lo que nos hace el destino, sino lo que nosotros hacemos de él” (Florence Nightingale)
Presente, pasado y futuro. Los tres grandes períodos por los que todos transitamos y de los cuales no podemos escapar. Pero sí sacarle la mejor utilidad.
Se dice que trabajando duramente en el presente, se forja el mañana. El pasado ya se marchó, pero hay un presente y un futuro que aún sigue siendo nuestro. Cuando en el presente nos sentimos mal, siempre nos acordamos que antes estábamos mejor, y que lo actual no es tan bueno. Enseguida, nos viene el “fantasma” del futuro, cuestionándonos sobre qué será de nosotros el día de mañana, ése que aparece como una sombra negra que todo lo cubre.
Personalmente, pienso que no todo lo del pasado fue bueno, porque si en el preciso momento en que lee estas líneas usted no está del todo bien, en un segundo ese instante ya habrá formado parte de su pasado, y entonces no podrá recordarlo como algo bueno. Aunque esta idea parece un tanto infantil, no lo es en absoluto.
Pienso que sí deberíamos recordar los buenos momentos, las victorias que todos hemos tenido, al menos alguna vez. Y lo malo que nos sucedió, sólo debería servirnos como una experiencia repleta de enseñanzas, tendiente a corregir errores y evitar que se repita más adelante. No podemos cambiar lo malo que nos pasó, pero sí modificar y subsanar sus efectos en el presente y futuro. Porque, parafraseando un viejo proverbio ruso, “añorar el pasado es correr tras el viento”.
Así como no podríamos emprender un largo viaje internacional sin pasaporte -el cual debe ser chequeado por las autoridades ni bien bajemos del avión-, tampoco nosotros deberíamos afrontar los tiempos venideros sin que hayamos extractado sabias enseñanzas de nuestro pasado.
Justificándonos a nosotros mismos
Quiero referirme aquí a las personas que justifican su inacción, su conformismo, su falta de deseos de superación, interpretando el presente como un enemigo, cuando en realidad es un nuevo aliado para enviarnos al éxito. Sus excusas se reflejan en frases como “es el destino que ya me hizo así” o “a esta altura de mi vida ya no voy a cambiar”.
Aunque parezca increíble, existe gente que como piensa que el destino ya está trazado, ya está todo 100% prefabricado, de antemano, entonces ya no vale la pena ni mejorar ni correr riesgo alguno. Se quedan con el trabajo mal pagado que tienen, o siguen viviendo en las condiciones de pobreza en las que nacieron, dejando de lado aquel libre albedrío que Dios nos regaló, las ganas de evolucionar, crecer, ser mejores… O al menos, ¡intentarlo!
Por eso considero que quien sólo mira al pasado para tener vagos recuerdos y añorarlo una y otra vez, está denunciando ancianidad en su interior. En tanto quien lo hace para obtener conclusiones de sus actos anteriores, refleja juventud y se está dando crédito a sí mismo.
Como manifestó John Knittel, “se es viejo cuando se tiene más alegría por el pasado, que por el futuro”.
* Artículo extractado del libro "Cómo Vivir en el Planeta de la Confusión" de Marcelo Tarde Benítez. Visita nuestra página web, escríbenos, y con gusto te contestaremos. Si te gustó este artículo, puedes reproducirlo, siempre y cuando sea fielmente y mencionando nuestra fuente, o sea nombre y web. Estamos a tus órdenes, que tengas un gran día!
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Marcelo Tarde Benítez (Uruguay), es Periodista Internacional, Conferencista y Consultor. Es autor de los exitosos libros "Cómo Vivir en el Planeta de la Confusión" y "Así Pensamos los Humanos". También de audio-libros como "Motívate para Triunfar", "Dos Sexos dos Psicologías", "Maestría en Negocios y Finanzas", "Pensar en Positivo es Pensar Inteligentemente", "Secretos del Exito y Lenguaje Corporal" y "Vendiendo y Negociando en Tiempos Difíciles". El nuevo Gran Motivador latino, conoce casi 100 ciudades extranjeras en 17 países. Creyente en Dios, posee un estilo único, poderoso y de alto impacto.